lunes, 27 de junio de 2011

QUIERO PASAR UNA TARDE CON FRANCO

Comienza la obra con una íntima charla entre dos chicos, Franco quien socorre a Valentino de un intento de robo, y éste en agradecimiento, lo invita a merendar a su casa, hasta acá estamos ante una comedia sencilla pero muy realista y natural con una calidez y ternura que atrapa y emociona. Se va entretejiendo una historia de amor inocente con un lenguaje efectivo y cotidiano, característicos de los amores de adolescentes, de una época que parece haber desaparecido… todo envuelto en un clima de té y masitas… o mejor dicho “galletitas”… todo con una musicalidad suave y transparente… hasta que esto se rompe con la tremenda entrada de la madre de Valentino que no solo destruye el clima amoroso, sino que empieza a destruir lo lindo que podría haber sido toda la obra y tras ella van apareciendo los integrantes de una familia absolutamente desarticulada y estereotipada… la madre muy marimacho, un primo peluquero extremadamente sobre actuado, la hermana de Valentino que es un tanto diferente y el hermano que es un homofóbico, vago y vividor. Una vez presentados todos los personajes, la obra toma un giro hacia lo mas bizarro que uno se pueda imaginar y de esta manera empiezan a aparecer todos los trapitos sucios de una familia de clase media para abajo con todas sus miserias, el problema esta en que de tantas desgracias que aparecen, ninguna se termina de desarrollar y acaban siendo una melange de situaciones que no se sabe hacía donde se dirige la obra, el autor (MARTIN MARCOU) quiere decir muchas cosas y no dice nada. Tranquilamente, se podría haber hecho una obra con la trama central de la obra, ya que las dos escenas de la parejita gay, tratando de armar su mundo, son excelentes, sin caer, por eso, en una obra de temática homosexual... aunque el cuadro musical final lo gira un poco para ese lado. Con respecto a las actuaciones debo reconocer que tanto la de MARCO GIANOLI (Valentino) como la de HERNAN LETTINI (Franco) son maravillosamente entrañables, creíbles y naturales, ellos actúan…¿actúan? como si realmente estuvieran recién conociéndose y uno puede percibir que efectivamente le están revoloteando las “mariposas en el estómago”. MARCELA GROPPA (Marcela, la madre) para mi gusto muy sobreactuada y poco creíble. ROSARIO SABARRENA (Fabiola, la hermana diferente), si bien está como un poco exacerbado o exagerado su “deformidad” no puedo dejar de recalcar que es una buena actriz y en sus parlamentos, que no son muchos, pero son precisos y crudos, cuando habla clava un cuchillo punzante a cada uno de los miembros de la familia, está realmente muy bien. PEDRO AGGOLLIA (Gastón, el primo) componiendo a un típico peluquero de barrio, esta correcto en su participación, tal vez debería bajar un poco el amaneramiento remarcada con sus movimientos. EUGENIO DAVIDE (El Beto, el hermano) demasiado excedido en su actuación. A mi humilde entender, creo que el criterio del director (MARTIN MARCOU), es justamente remarcar y exagerar las características de personajes argentinos y sobre todo suburbanos, pero bajándole un poco la energía en sus actuaciones, talvez hubiese sido un producto mucho mejor de lo que es, espero sepan entenderme, no es malo lo que les estoy diciendo. En un escenario pequeño hay una escenografía (ANA PAULA FORT CANEDA) un tanto sobrecargada, ya que hay muchos elementos que no se usan, la puesta en escena, esta prolija donde la situaciones violentas están bien resueltas. Es un espectáculo que se deja ver y entretiene. Si se hiciese un retoque en la dramaturgia, hasta seria una obra que dejaría pensando al espectador sobre los temas que aborda. No voy a negar que el primer dialogo de la obra, es realmente inteligente y maravilloso donde relacionando los nombres de las galletitas dulces, arman una conversación extremadamente tierna y que cualquier de nosotros se identifica. Para pasar un rato agradable, mi puntaje es un 7 (siete). Hasta mi próxima mirada…